Caminar a pata pelá por la playa me parece sensacional e inigualable mientras escucho al vendedor ofrecer pan de huevo
Que ganas de estar en la playa mirando el mar, escuchando las canciones en los celulares de los demás y sintiendo las gotas de los trajes de baño salpicando mientras trato de dormir boca abajo y se me achicharra la espalda al sol con el aceite de coco que me regalo mi vieja.
Eso, extraño mucho el agua y la arena peganda en las chalas y ese miedo medio maraco de caminar por la orilla de la playa y no saber si tirarme el piquero o no por que me duelen los oidos cuando me salgo.
Lo que más me gusta es comerme ese pan con tomate y mayo cuando subo a la cabaña.